Pete Rose insistió el martes que es un persona distinta, pese a que aún no ha dejado de apostar de vez en cuando en juegos de béisbol.
El líder histórico de hits en las mayores declaró sentirse decepcionado por seguir marginado del deporte, pero guarda esperanzas de que algún día podrá ser elevado al Salón de la Fama y así hacerle compañía a Johnny Bench y Joe Morgan, sus colegas de la Gran Maquinaria Roja de la década de los 70.
«Sería lindo tener la oportunidad de entrar al Salón de la Fama», dijo Rose. «He vivido toda mi vida como un Salón de la Fama solo por el vínculo con los jugadores que he tenido».
En una rueda de prensa frente a su restaurante en Las Vegas, Rose dijo que no puede reescribir la historia, pero que –a sus 74 años– aún confía en poder volver al béisbol. Lamentó los errores que cometió con el pasado, como haber apostado en juegos cuando formó parte de los Rojos de Cincinnati.
Rose añadió que cree que Rob Manfred será un magnífico comisionado, pero que Manfred quedó en una situación incómoda al tener que emitir un fallo sobre su pedido de readmisión, 26 años después de haber recibido una suspensión de por vida.
También destacó que su reunión con Manfred a inicios de año –en la cual inicialmente negó que todavía apuesta en juegos de béisbol y luego lo reconoció que lo hacía — pudo haber resultado mejor.
«Soy un buen tipo, quiero ser honesto con ustedes», dijo Rose. «Traté de ser lo más honesto que pude con el comisionado, pero cometí algunos errores y los aclaré. Con algunas de las preguntas, sin embargo, creo que me dio pánico».
Rose se expresó arrepentido y algo optimista al opinar por primera vez desde que Manfred rechazó el lunes su solicitud de ser readmitido.
Pero no quiso entrar en el debate acerca si jugadores señalados en los escándalos de esteroides deben ser incorporados al Salón de la Fama cuando todos los que recibieron suspensiones de por vida — Rose es el único con vida que se encuentra en ese grupo– no pueden ser considerados a la hora de votar por el Salón de la Fama.
Rose también eludió a referirse a la decisión tomada por Manfred de marginarlo porque en cierta medida aún apuesta al béisbol cuando al mismo tiempo Grandes Ligas ha invertido en DraftKings, un portal de deportes de fantasía.
«Ustedes pueden hacer esa evaluación. Yo no uso DraftKings. No soy de apostar en la Internet», indicó Rose, quien bateó 4.256 hits en una carrera entre 1963-86. «Trato de divertirme, vivir mi vida y pasar ratos de diversion».
Rose habló en un patio al aire libre, donde más de un centenar de curiosos se reunieron detrás de las cámaras de televisión para mirar el espectáculo. El gentío empezó a corear «Déjenlo entrar, déjenlo entrar», lo que hizo sonreír a Rose.
Aunque Manfred tiene la última palabra sobre si Rose puede volver al seno del béisbol, el comisionado puso énfasis el lunes de que su fallo no está atado en el Salón de la Fama, que en 1991 adoptó una regla que impide añadir en la papeleta de votación a todo que ha sido suspendido de por vida.
Rose fue acompañado por sus hijos y escoltado por dos abogados, uno de los cuales argumentó que Rose debe estar en el Salón de la Fama.
«Ya fue sancionado y se le ha sancionado con severidad al ser marginado del deporte que ama», dijo el abogado Mark Rosenbaum, quien resaltó que varios peloteros con diversos defectos han sido elevados a Cooperstown. «Es el Salón de la Fama, no el Salón de los Santos».OS